sábado, 20 de diciembre de 2008

De novela negra...en el Vallés Oriental


Una llamada denunciándonos que había una serie de caballos en mal estado metidos en una nave en un pueblo del Vallés Oriental nos puso en marcha.

Al día siguiente fuimos con María, al llegar vimos en lo alto del camino una persona con un pasamontañas, nos acercamos sintiendo un poco de prevención que más tarde se convirtió en inseguridad y nerviosismo cuando constatamos las identidades del denunciado y las implicaciones de nuestra presencia allí.

Donde estaban encerrados los équidos había una yegua muerta. Esto más que un rumor era una realidad y era lo que más preocupaba a los vecinos, porque el cuerpo llevaba muchos días allí y tenían miedo de una infección higiénico-sanitaria.



María intentando adivinar que había a los pies del burro.


Para poder ver lo que había dentro de la nave, que resultó ser una casa con el suelo de tierra, el denunciante nos trajo desde su domicilio (a 500 metros de distancia) una escalera, y pasamos por detrás de la vivienda del vecino, hasta llegar a la pared posterior de la finca en cuestión, que estaba al borde de una especie de acantilado boscoso. Apoyó la escalera en un árbol de esos que implantados en un barranco salen en forma de horca, y….. “a subir” hacia la ventana.

No puedo negar que estábamos las dos un poco asustadas, -no sabría decir si la palabra asustadas no resultaba demasiado leve- al denunciado le habíamos decomisado bastantes animales un año antes y todo podía ser un intento de venganza….demasiadas novelas de misterio y policíacas, me hacían sentir que en cualquier momento aparecería más personas que nos empujarían precipicio abajo….”¡y no nos encontrarían nunca más”!




¡Pero no!, nada de eso pasó, pude, sin contratiempos, entrar por la ventana, saltar adentro y empezar a deambular por las estancias húmedas, oscuras y llenas de trastos, haciendo las fotos necesarias para poner la denuncia y que el decomiso fuera rápido.

En una habitación encontramos caballos, burros y ponis atados a la pared, delgados y sucios, es difícil intentar describir la cantidad de inmundicia que había en el suelo, bañeras vacías y no se veía agua por ninguna parte.



En una estancia más grande casi sin luz unos potros y yeguas en buen estado de salud, seguramente llevaban allí poco tiempo.


En la tercera, si que había una yegua muerta (desde una semana atrás) pero lo peor no era encontrarte con el cuerpo del pobre animal allí estirado y en proceso de descomposición, sino que en la misma habitación había una poni que había parido hacía poco tiempo, que tenía los cascos posteriores infectados, cojeaba ostentosamente y a la que se había condenado a morir, de hambre y sed. ¿Para qué molestarse en curarla? debió pensar ese individuo.

A La cría, asustada y sin poder mamar, la había separado de la madre y estaba con los potros.


Evidentemente nuestras autoridades no se iban a creer que las fotos estaban hechas desde la ventana, pero eso era una minucia al lado de la poni que estaba destinada a morir sin comida y de los otros que permanecían allí dentro atados y sin salir al exterior desde hacía 8 o 9 meses.

Al terminar el recorrido volví a salir por la ventana y nos marchamos, por suerte sin el problema que hubiera supuesto la llegada de “nuestro conocido” al que no le hubiera hecho ninguna gracia nuestra presencia y que seguramente habría reaccionado con violencia.

Podemos decir que la resolución del trámite fue rapidísimo.

También que nuestra policía no creyó en la historia de la foto “hecha desde la ventana” pero tres días más tarde estaba la orden dictada, y con Ayuntamiento, Mossos d’ Esquadra y Policía Local nos poníamos a la tarea del rescate.

También había ido una cadena de televisión estatal que fue grabando todo el proceso.

Rescatamos 11 équidos, entre potros, yeguas ponis y un mulo de 2 meses.

Los potros y caballos salían en estampida, a la luz del sol, después de muchos días en la oscuridad, las habitaciones tenían un ventanuco de 10 x 10 como respiraderos pero estaban todos los días en la penumbra.

Y allí estaba el camión de nuestro amigo Pere para llevarlos a un sitio seguro.


Difcil salida de los animales, hacia el camión.


En el Refugio:

Allí vivimos un momento tenso cuando bajaron en estampida galopando por el camino que lleva al río, luego lógicamente en lugar de meterse en el agua helada- había nevado esa noche- prefirieron girar rápidamente a la izquierda y quedarse todos en la zona del pajar comiendo…por fin!… apaciblemente.


La continuación de la historia para la mayoría fue simple, fueron saliendo en adopción con mayor o menor suerte de permanencia con los adoptantes (la yegua y su mulito cambiaron tres veces hasta llegar al destino definitivo)


Un par de meses después madre e hija ya recuperadas.


Pero quienes nos tuvieron unos días intranquilos fueron la poni y su cría, a la madre hubo que someterla a tres sesiones de recorte de cascos muy drásticos pero medidos (con veterinario y herrador a la vez pendientes de los resultados) a fin de salvarle la vida por la infección tan fuerte que tenía en los cascos, que amenazaba con subir por las cañas y la cría para que se pudiera recuperar por no haber podido mamar de su madre, durante tantos días.

Se salvaron las dos y fueron adoptadas. Están en una casa con tres niños pequeños haciendo las delicias de los mismos. S.C.


"Fada" una de las yeguas pace tranquilamente

"Lucero en libertad"